Outras Cores

quarta-feira, 21 de março de 2012

Hijo de Mortadelo y Filemón

Moratha dibuja tebeos de humor ambientados en el pasado

Empezó vendiendo sus trabajos fotocopiados en su ciudad natal y en los alrededores

Una viñeta de 'La escarcha sobre los hombros'. / MORATHA

Daroca es un pequeño municipio en el corazón de Aragón. Los 2.500 habitantes de esta ciudad medieval se vuelcan sobre todo en el turismo y el sector alimenticio. Y, al parecer, en los cómic. O al menos es lo que descubrió un impresionado Antonio Jose Morata Bedoya cuando vio que su ópera prima, Mariano, el descubrimiento, había vendido más de 1.000 ejemplares en tres meses. “El 90% fueron en Daroca. ¡Es casi una copia cada dos habitantes!”, cuenta, aún sorprendido, este dibujante que firma sus obras como Moratha.

El caballero Mariano, personaje "estrella" del dibujante Moratha. / MORATHA

El otro 10% fue la recompensa a los viajes en autobús de un jóven que por la mañana llenaba su mochila de tebeos fotocopiados y grapados e iba a autopromocionarse por los alrededores. “Me gastaba todo el dinero que me daba mi padre por ayudarle con las tareas de casa”, asegura Moratha, desde la tienda de calzados en la que trabaja, porque el cómic será su “vicio”, pero no le da para vivir. Al fin y al cabo su progenitor se lo había advertido, aunque su esfera de cristal tampoco acertó del todo: “Me dijo que era una ruina”.

Unos 12 años y 10 álbumes después, la profecía no se ha cumplido. De hecho, el año pasado Moratha ganó el premio al mejor cómic aragonés y ahora está a punto de publicar sus últimas dos creaciones. Thurrakos es la historia de un pueblo celtiberio, a medias entre enciclopedia y entretenimiento: “El guionista es un amigo experto de historia medieval. Está tan bien documentado que se podría usar en los colegios para enseñarles a los chavales. Aunque la trama tiene fuerza por si misma”. Con el otro tebeo, La media oreja de Van Gogh, Moratha reconstruye a su manera la vida del pintor holandés.

Mariano encuentra a los personajes de 'El señor de los anillos'. / MORATHA

Fan de Ibáñez y de sus Mortadello y Filemón tanto como del Superlópez de Juan López Fernández, a Moratha le apasiona también el pasado, y en concreto la Edad Media. Allá ha ambientado las cinco historietas del que define como su personaje “estrella”: Mariano, un caballero que tiene sus dos talones de Aquiles en los porros y las mujeres.

“A veces me preocupa lo identificado que me siento con él. Aunque quiero pensar que es más tonto”, se ríe Moratha. El aragonés espera que sus lectores también se rían con sus historias ya que el ironía es la flecha más afilada con la que cuenta su arco: “Toda la vida he hecho cómics de humor. Me resulta más fácil. Una vez dibujé la historia de un pastor contrabandista perseguido por la Guardia Civil [La escarcha sobre los hombros] y lo pasé peor que el protagonista…”.

Tampoco lo pasa muy bien Moratha coloreando sus creaciones. “Es lo que más me cuesta, la parte más tediosa y mecánica”, detalla el dibujante. Y es la última fase de un proceso en el que suele tardar unos seis meses. Luego, el álbum está listo para ser publicado, en algunos casos hasta online y gratuitamente: “Mariano en La Gran Mulalla se agotó en papel y como reeditarlo cuesta prefiero que no muera y se pueda ver en la Red”. Un espacio bastante más grande que una mochila.

El salto del ángel

Las otras primaveras

Por: | 21 de marzo de 2012

Primaveras4 -dante-gabriel-rossettiA cada uno de los años de edad de las personas jóvenes los denominamos primaveras. Son pasos que van configurando lo que la propia palabra juventud nos dice como tránsito entre la infancia y la llamada edad adulta. No es tránsito por ser transitorio, sino por ser transición. Tales tránsitos, además de lugares de paso son, como se dice, pasos efectivos. Y conviene que lo sean. Para quien los da y para todos nosotros. Pasos de autonomía y de soberanía personal y social.

Señalan los diccionarios que la primavera, como la juventud, se caracteriza por ser un tiempo de vigor, de energía, de hermosura, y de frescura. Pero no son épocas fáciles ni para los diccionarios ni para las primaveras. Sin embargo, las hay, bien decididas y bien emergentes. Y, como suele suceder, bien complicadas y complejas. Pero a su vez bien necesarias.

Ya no se trata sólo de las primaveras de cada uno, son primaveras colectivas, de comunidades, de pueblos, de países. Esa vitalidad adopta la forma de algo más que un estado de ánimo o de opinión y se constituye en un espacio activo y decidido. No es sólo una reivindicación, es una implicación, un compromiso. Y, entonces, eso de las primaveras nos concierne a todos.

Los necesarios debates sobre las formas de participación y el sentido y el alcance de las instituciones ratifican la importancia de pensar y de vivir una y otra vez el significado de las democracias y de profundizar y ensanchar sus posibilidades. Y este pensar y este vivir siempre requiere experiencias, que han de ser intensas y serias. No tanto, ni sólo, experimentos. Pero concernidos todos, del mismo modo que ningún mal nos es ajeno, ningún bien tampoco. Y hemos de propiciar las primaveras, las primaveras democráticas, las primaveras de personas y de países. Y ello exige hacer valer las buenas razones y las buenas fuerzas.

Primaveras2 arbol-africano
Hablamos con frecuencia de las fuerzas de la naturaleza, y menos de la naturaleza de nuestra fuerza, de la fuerza como naturaleza. Y de la naturaleza como fuerza de la movilidad y de los buenos motivos. Ya Aristóteles nos indicó que la physis, que hemos traducido a nuestro modo romano como naturaleza, es sobre todo una acción, la de emerger, la de hacer brotar y surgir, la de lograr que algo insista y persista. Esta fuerza es la clave del movimiento, la clave para llegar a ser otra cosa, la clave de la vida y de la transformación personal y social. Por eso las primaveras son movilización, motivan y emocionan, mueven y conmueven. Y en gran medida se contraponen al inmovilismo, a la resignación, al aburrimiento del puro durar de lo igual. Y por eso las necesitamos tanto. Y no sólo individualmente.

Quizá las primaveras nos impulsan a pensar en qué consiste en verdad moverse. No sólo en desplazarse o trasladarse, también en aumentar o disminuir, en sostener la tensión de las fuerzas en aparente quietud, o en cambiar. Aristóteles emplea entonces términos que bien pudiéramos considerar primaverales. Se trata de aflorar y de florecer, de hacer que algo venga a ser realmente presente.

Esta vinculación entre las primaveras y la movilidad nos llama a una acción constante, fructífera y fecunda de transformación y no sólo a modificar lugares o situaciones, sino a procurar en ellos formas de vida personal, social, económicas y políticas diferentes.

Imágenes: Dante Gaspar Rossetti, Sueño de día (1880) y Cristina Alejos Cañada, El árbol africano (2009)

terça-feira, 20 de março de 2012

Descubierto un nuevo cuadro de Van Gogh en el museo Kröller-Muller

'Bodegón con flores oreja de ratón y rosas' tiene debajo otra obra del pintor holandés

La Haya 19 MAR 2012 - 21:59 CET

Museo Kröller-Muller

La obra pictórica de Vincent van Gogh tiene desde ahora un nuevo lienzo en su lista. Se titula Bodegón con flores oreja de ratón y rosas y está pintado encima de otro cuadro, que presenta a dos hombres practicando lucha libre. El artista los retrató en 1886 durante su estancia en la Escuela de Bellas Artes de Amberes (Bélgica). Una vez en París, decidió pintar encima las flores. Lo hizo directamente y sin tapar antes a los luchadores. Los historiadores descubrieron en 1998 que los atletas, descritos por Vincent a su hermano, Theo, en una carta, estaban debajo del bodegón. Sin embargo, la firma solo ha podido atribuirse ahora gracias a la ayuda de un análisis químico a base de rayos X fluorescentes. La misma técnica fue utilizada en 2011 para descubrir un cuadro de Goya que estaba pintado debajo del Retrato de Don Ramón Satué (1823). En ambos trabajos han colaborado expertos de Holanda, Bélgica y Alemania.

El museo Kröller-Muller se encuentra en el centro de Holanda en medio de un parque nacional. Allí se guarda la segunda colección más importante del país de cuadros y dibujos de Van Gogh. El bodegón ahora rescatado mide un metro por ochenta centímetros, un tamaño grande y poco frecuente en la producción del artista. Antes de descubrirse a los luchadores de debajo, los expertos pensaban que un lienzo tan abigarrado no correspondía al holandés. Los nuevos rayos X fluorescentes, dirigidos con ayuda de un escáner que se introduce en las capas del óleo, han demostrado que el pintor no tapó ni preparó la tela para pintar de nuevo sobre ella. Como tenía que cubrir a los luchadores, llenó todos los rincones del cuadro de pintura.

Imagen de rayos X del cuadro de los luchadores de Van Gogh. / Museo Kröller-Muller (AP)

Bodegón con flores oreja de ratón y rosas estuvo en varias colecciones particulares hasta que el museo lo adquirió en 1974. Entonces fue calificado de “excepcional, curioso, académico e inundado de flores”. En 2003, el catálogo oficial no lo incluyó entre las obras de Van Gogh, pero se mantuvo en la colección. El nuevo escáner (su nombre técnico es Macro Scanning X Ray Fluorescence Spectometry) ha permitido observar con detalle la media desnudez de los luchadores. Un detalle propio de los modelos utilizados en Amberes. En otras academias de Arte posaban desnudos. “Hemos comprobado sin dudas ya, que la técnica y pinceladas son propias de Van Gogh. Los colores, los que usaba en su paleta en aquellos momentos”, ha asegurado el museo en la presentación del cuadro.