'Kukuxumusu Relocated' es la última obra de Mikel Urmeneta
Las oficinas de Kukuxumusu se trasladan durante dos meses a una galería de arte de Pamplona
No es que los trabajadores de Kukuxumusu se hayan convertido en obra de arte… O sí. La empresa fundada por el pamplonés afincado en Nueva York, Mikel Urmeneta en 1989, se traslada a la galería Moisés Pérez de Albéniz (Pamplona) durante los próximos dos meses. “La instalación, Kukuxumusu relocated” explica Urmeneta “es un ejercicio radical de transparencia de empresa”. A partir de hoy los ordenadores, las estanterías, las mesas, las sillas y los empleados de la empresa matriz de la firma se exponen al público. “Es una idea autobiográfica de mis dos necesidades vitales: crear y trabajar. Quiero mostrar una experiencia de vida volcada en un recipiente artístico. En esta pieza soy autor y parte”.
El experimento ensalza las carencias que tienen ambas disciplinas: Arte y trabajo. Por una parte, el cubo blanco que es el espacio galerístico se ve ensuciado por la oficina, y la oficina se ve de repente en un entorno más neutro, enfocado al arte, que no es el suyo natural.
La muestra incluye personas y tecnología que convergen en un entorno artístico, de manera que la galería, que es en un principio un lugar de contemplación desinteresada, se convierte en espacio de producción de beneficio. “Las galerías suelen estar abiertas al público, mientras que las oficinas y los espacios de trabajo son más íntimos e incluso herméticos”, afirma el autor de la muestra. Y por si fuera poco, no solo los visitantes pueden contemplar el día a día de la oficina, sino que cualquier persona puede observar a los trabajadores desde su ordenador a través de tres cámaras instaladas en la galería que se emiten en streaming: dos enfocan a las mesas de trabajo y otra está situada en la “sala de reuniones”, donde la visualización y la audición son totales gracias al cubo transparente en que se encuentra y a dos micrófonos que revelan todo los que allí se dice.
Una de las peculiaridades de este proyecto es que es la empresa la que se adecúa a los horarios de la galería, y no viceversa: “Los trabajadores empiezan a trabajar el sábado por la mañana, ha habido una adaptación en el horario, cambios a nivel individual sobre todo en el recorrido, los transportes para venir a trabajar cambian para cada uno de los empleados. Es un proyecto de ingeniería social”, puntualiza Urmeneta.
Este experimento que recuerda inevitablemente al ojo que todo lo ve, al omnipresente Hermano mayor de la novela de George Orwell, 1984, no pretende serlo, según su autor. La diferencia es que en Kukuxumusu relocated no hay teatralidad ni guion, “Porque aquí no cabe más que trabajar, trabajar y trabajar, aunque en condiciones diferentes”. A pesar de todo en la plantilla ha habido algún objetor de conciencia a esta pérdida de la intimidad laboral: de los 25 trabajadores, 23 han aceptado participar en el proyecto. “Hay personas que se habitúan mejor que otras, pero es comprensible el sentimiento de pudor”. Y es que, dice el profesor de Historia del Arte, Francisco Javier San Martín, “se produce una paradoja y una disfunción cuando el espectador acude a la galería, porque va a emplear parte de su tiempo libre en contemplar cómo otros trabajan, un ocio alimentado por el sudor de otros”.
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