Moratha dibuja tebeos de humor ambientados en el pasado
Empezó vendiendo sus trabajos fotocopiados en su ciudad natal y en los alrededores
Daroca es un pequeño municipio en el corazón de Aragón. Los 2.500 habitantes de esta ciudad medieval se vuelcan sobre todo en el turismo y el sector alimenticio. Y, al parecer, en los cómic. O al menos es lo que descubrió un impresionado Antonio Jose Morata Bedoya cuando vio que su ópera prima, Mariano, el descubrimiento, había vendido más de 1.000 ejemplares en tres meses. “El 90% fueron en Daroca. ¡Es casi una copia cada dos habitantes!”, cuenta, aún sorprendido, este dibujante que firma sus obras como Moratha.
El otro 10% fue la recompensa a los viajes en autobús de un jóven que por la mañana llenaba su mochila de tebeos fotocopiados y grapados e iba a autopromocionarse por los alrededores. “Me gastaba todo el dinero que me daba mi padre por ayudarle con las tareas de casa”, asegura Moratha, desde la tienda de calzados en la que trabaja, porque el cómic será su “vicio”, pero no le da para vivir. Al fin y al cabo su progenitor se lo había advertido, aunque su esfera de cristal tampoco acertó del todo: “Me dijo que era una ruina”.
Unos 12 años y 10 álbumes después, la profecía no se ha cumplido. De hecho, el año pasado Moratha ganó el premio al mejor cómic aragonés y ahora está a punto de publicar sus últimas dos creaciones. Thurrakos es la historia de un pueblo celtiberio, a medias entre enciclopedia y entretenimiento: “El guionista es un amigo experto de historia medieval. Está tan bien documentado que se podría usar en los colegios para enseñarles a los chavales. Aunque la trama tiene fuerza por si misma”. Con el otro tebeo, La media oreja de Van Gogh, Moratha reconstruye a su manera la vida del pintor holandés.
Fan de Ibáñez y de sus Mortadello y Filemón tanto como del Superlópez de Juan López Fernández, a Moratha le apasiona también el pasado, y en concreto la Edad Media. Allá ha ambientado las cinco historietas del que define como su personaje “estrella”: Mariano, un caballero que tiene sus dos talones de Aquiles en los porros y las mujeres.
“A veces me preocupa lo identificado que me siento con él. Aunque quiero pensar que es más tonto”, se ríe Moratha. El aragonés espera que sus lectores también se rían con sus historias ya que el ironía es la flecha más afilada con la que cuenta su arco: “Toda la vida he hecho cómics de humor. Me resulta más fácil. Una vez dibujé la historia de un pastor contrabandista perseguido por la Guardia Civil [La escarcha sobre los hombros] y lo pasé peor que el protagonista…”.
Tampoco lo pasa muy bien Moratha coloreando sus creaciones. “Es lo que más me cuesta, la parte más tediosa y mecánica”, detalla el dibujante. Y es la última fase de un proceso en el que suele tardar unos seis meses. Luego, el álbum está listo para ser publicado, en algunos casos hasta online y gratuitamente: “Mariano en La Gran Mulalla se agotó en papel y como reeditarlo cuesta prefiero que no muera y se pueda ver en la Red”. Un espacio bastante más grande que una mochila.
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