El artista holandés expone en el palacio de Velázquez, en Madrid, una retrospectiva sobre sus alegorías pictóricas
ÁNGELES GARCÍA - Madrid - 21/10/2011
La obra de René Daniëls (Eindhoven, 1950) es hija de los grandes movimientos punk (new wave y no wave), del sonido de Lou Reed y los Sex Pistols, del surrealismo de René Magritte y Marcel Duchamp y de una poesía propia con la que en la década de los setenta protagonizó una vuelta a la pintura paralela a lo que en España hizo Juan Muñoz con la escultura. Alejado del neoexpresionismo predominante en aquellos años, la pintura de Daniëls juega con la ambigüedad y el doble sentido sobre unas telas llenas de colores siempre llamativos y objetos que nunca son lo que parecen. La retrospectiva que el museo Reina Sofía le dedica en su sede del palacio de Velázquez, en el parque del Retiro, recorre su obra esencial bajo el título Las palabras no están en su sitio a través de 80 piezas.
Los cuadros de Daniëls están llenos de pajaritas, pompas de jabón, ventanas y arenques
Los cuadros de Daniëls están llenos de pajaritas, pompas de jabón, ventanas, arenques. Son motivos repetitivos dentro de cuadros de gran formato con títulos alusivos a conocidos poemas (La Venus venal, de Baudelaire) o ideas que le divierten (El nuevo arenque holandés. Descubre cómo sabe el nuevo arenque holandés).
Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, asegura que la obra del artista holandés es una de las más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Su vuelta a la pintura ("a los campos de color. Nunca se vuelve a los mismo", matiza Borja-Villel) de la mano de la alegoría, uniendo lo poético y lo literario, da un nuevo sentido al arte".
René Daniëls, quien aún sufre las secuelas de un derrame cerebral que le dejó inactivo en 1987, asentía emocionado al escuchar las referencias a su obra. Aunque sigue sin poder hablar, camina con dificultad y solo tiene algo de movilidad en la mano izquierda, Daniëls ha realizado un dibujo en la pared para los visitantes a la exposición con espray rojo y con bolígrafo ha compuesto un peculiar paisaje en el que entre figuras y arbolillos se lee la palabra Madrid.
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